Este artículo fue escrito por una colega y gran amiga, ademas yo fui testigo presencial de su inspiración.
Por: Sonia Mordán
Días atrás estuve en una de las plazas comerciales de mayor auge de la ciudad compartiendo con un buen amigo, quien se impresionó ante la presencia en el lugar de una “distinguida y joven dama” de sociedad, casada con un “brillante hombre de negocios” de nuestro país, al verla pensé en la diferencia de edades existente entre ellos, sus gustos, amistades, pero lo que verdaderamente ocupó mi atención fue el pensar cuantas jóvenes como ella han preferido sacrificar sus verdaderos sentimientos por alcanzar una posición social, mejorar su condición de vida y así convertirla en un estilo.
Hemos escuchado viejas historias que son típicas de los abuelos, sobre los matrimonios arreglados entre los padres de los novios desde antes de nacer, unos lo hacían por tradición, otros por conveniencia. Creía que esa práctica había sido erradicada con el tiempo, pues el mundo ha cambiado mucho desde entonces, pero lamento decirles que pese a la modernidad, la libertad que hoy gozamos y tanto nos jactamos en vociferar, todavía se sienten los remanentes de esa realidad.
Hoy más que nunca, la trillada frase que reza “tanto tienes, tanto vales” parece cobrar valor, ponemos a nuestros hijos en colegios caros para que se codeen con los ricos, seleccionamos sus amistades para que se les incluyan en sus círculos y hasta queremos escogerles los novios a nuestras hijas para que afinen la “raza”.
Cuantas mujeres habitan infelices en sus jaulas de oro, porque su vuelo fue cortado en el momento que dijeron “sí acepto”, sometiéndose a una condena a cambio de recibir una vida llena de lujos, privilegios, vanidad. Al mismo tiempo adquirieron también una vida llena de insatisfacciones, frivolidades y apariencias, de la que anhelarían aunque sea por un instante regresar al pasado que renunciaron, pero que les pertenecía y que sobre todo las hacía felices.
El precio que se paga por un amor comprado corre el riesgo de ser mal retribuido, con el tiempo llega el hastío y lo que comenzó como un juego de intercambio, se convierte en opresión y lo peor de todo es que cuando se quiere escapar ya es demasiado tarde, ves pasar tus mejores años y lo que con ellos quedó atrás, la costumbre termina engañando los sentidos y la razón.
La diferencia de edad no es un obstáculo cuando la pareja tiene claro lo que sienten y qué esperan de esa relación. Sea cual sea la formación académica o cultural que hayamos tenido, la diferencia de edad en la pareja será motivo para detenernos a pensar, aunque no sea nuestro caso. Finalmente, lo único importante es la felicidad de quienes están inmersos en ella y que nadie salga perjudicado de esa decisión.
Amar no es necesitar a alguien para que cumpla tus sueños, el auténtico amor surge de manera inesperada, sin prisas, solo con paciencia y disciplina adquiere plenitud. La vida no se detiene y siempre hay una nueva oportunidad de comenzar, para quien tiene mucho que dar y poca necesidad de recibir.